La Lotería Nacional, nacida en tiempos de Carlos III, parece haberse quedado allí. Mientras el mundo avanza, digitaliza y moderniza sus sistemas, la venta de décimos sigue anclada en estructuras obsoletas que perpetúan desigualdades entre la red integral y la red mixta. Y lo que es peor: se permite que florezca un mercado paralelo, opaco y sin garantías.
Los puntos de venta mixtos no pedimos privilegios. Pedimos sentido común. Queremos poder vender los números disponibles en el terminal con garantías, sin riesgos y con dignidad. Pero el sistema actual nos margina, nos limita y nos obliga a competir en desigualdad de condiciones, siendo tratados como ciudadanos de segunda.
Para los puntos de venta mixtos de Loterías y Apuestas del Estado solo hay una lectura muy clara que debe llevar una serie de medidas que englobe el sistema de consignación y reserva y que todos los puntos de venta, respetando los formatos, operen con las mismas herramientas de venta. También, que se nos permita adaptarnos a los nuevos tiempos, aprovechando las herramientas digitales y que, sobre todo, se reconozca nuestra labor como parte esencial de la red comercial, no como un apéndice incómodo.
¿Por qué no se permite que todos los puntos de venta operen bajo las mismas condiciones de venta? ¿Por qué se sigue defendiendo un modelo obsoleto que excluye a quienes quieren participar con responsabilidad?
Mientras tanto, somos meros espectadores de lo que ocurre fuera de los puntos de venta, personas no autorizadas que venden décimos en la calle o en diferentes comercios, aplicando recargos totalmente ilegales, además, con estos fines ilícitos, se almacenan grandes cantidades de décimos en domicilios particulares, comercios o vehículos, sin ningún tipo de seguridad ni trazabilidad. Entendemos que se vulnera la normativa, se pone en riesgo la integridad del sorteo y se desprecia el esfuerzo de quienes sí cumplen con las reglas.
Esta venta externa no solo es ilegal, es profundamente injusta. Mientras los puntos de venta oficiales deben asumir riesgos, cumplir protocolos y operar bajo estrictas condiciones, otros se lucran sin control, sin responsabilidad y sin supervisión. ¿Dónde está el control? ¿Dónde está la voluntad de proteger al punto de venta autorizado y al consumidor?
La Lotería Nacional necesita una reforma, no solo para adaptarse a los tiempos, sino para reconocer que la diversidad de su red comercial es una fortaleza, no una amenaza. No puede seguir siendo un símbolo de tradición si esa tradición se convierte en excusa para la injusticia.
Modernizar no es traicionar la historia, es garantizar su futuro. Y ese futuro solo será posible si se escucha a quienes desde la red mixta llevan años pidiendo lo más básico: igualdad, seguridad y respeto.
Pep Vallori
Presidente de Fenamix